CULTURA DEL PENSAMIENTO

En la comunidad educativa del Instituto San Pablo formamos a nuestros alumnos para su futuro, en función de un proyecto educativo basado en la Cultura del Pensamiento, que sale del modelo tradicional en las aulas para promover flexibilidad, creatividad y pensamiento crítico como respaldo del conocimiento.

 

Hacia ese propósito avanzamos al incorporar, en todos los niveles de la enseñanza, el Modelo Educativo VESS (Vida Equilibrada con Sentido y Sabiduría), que desarrolló Edu1st, una organización pionera y de vanguardia que transforma la educación. 

 

El Modelo VESS, fundado desde el proyecto zero de la Universidad de Harvard, de transformación institucional, está avalado por la Universidad de Barcelona –España- y se implementa en más de un centenar de instituciones educativas en Europa e Iberoamérica.

 

Reúne de manera ecléctica, los mejores enfoques e investigaciones científicas sobre temas de pedagogía del mundo y las integra con un objetivo claro, de formar personas balanceadas, que vivan con propósito y añadan valor a las situaciones que enfrentan. 

 

El Modelo VESS se apoya en el Pensamiento como Estrategia Pedagógica (PEP). Entiende que la vida escolar debe trascender el aprendizaje de contenidos académicos y comprende que para lograr impacto pedagógico se debe construir una Cultura de Pensamiento VESS en las instituciones educativas.

 

Con estas herramientas formamos desde la primera infancia, fomentando la consolidación de habilidades de pensamiento y el pensamiento analítico, crítico y creativo.

 

Pensamiento visible, como estrategia de aprendizaje

 

Ron Ritchhart, investigador del Project Zero de la Universidad de Harvard -uno de los dispositivos fundantes del programa educativo que aplicamos-, explica que, debido a la complejidad del mundo actual, debemos replantear muchas de las nociones y prácticas más arraigadas en nuestra manera de entender la educación. Así, el alumnado debe estar preparado para enfrentarse a un futuro cambiante. El modelo educativo tradicional no permite hacer que el enfoque creativo flexible y crítico se haga una realidad, sostiene.

 

Según su enfoque, un elemento central para esta transformación es la cultura, que se compone de los mensajes, los valores y las prácticas transmitidas al alumnado. Así, frente a una cultura tradicional en educación, que asocia a la obediencia, Ritchhart argumenta que es necesario fomentar una cultura de participación, pensamiento crítico y empoderamiento. 

 

Según esta mirada, de ese modo, el aula donde impera la cultura de pensamiento es un lugar donde el razonamiento del grupo -individual y colectivo-, se valora, se hace visible y se promueve activamente como parte de la experiencia cotidiana de todos los miembros del grupo.

 

Ritchhart centra la atención del profesorado en los ocho aspectos culturales presentes en las situaciones de aprendizaje en grupo, en las aulas y en el conjunto de la escuela, que actúan para conformar la dinámica cultural del grupo. Estos aspectos son el lenguaje, el tiempo, el entorno, las oportunidades, las rutinas, el modelaje, las interacciones y las expectativas.

 

“Una vez que cualquier persona, padre o maestro, es consciente de que las fuerzas están siempre presentes, puede entonces tomar decisiones sobre cómo aprovecharlas para empoderar a los niños”, explica el investigador.

 

Son ocho las fuerzas que definen una cultura dentro del aula o la institución educativa. Se constituyen como herramientas que ayudan a desarrollar comprensiones profundas.

 

Expectativa: es la forma en la que reconocemos que nuestras creencias moldean el comportamiento, en lugar de la expresión de estándares que dirigen el comportamiento de otros. 

 

Lenguaje: las palabras y las estructuras que componen el lenguaje transmiten sutilmente mensajes que dan forma al pensamiento, al sentido de sí mismo y a la afinidad grupal.

 

Tiempo: las asignaciones de tiempo reflejan los valores, permiten la organización de los momentos de aprendizaje y centran la atención, con el fin canalizar la energía necesaria para el aprendizaje y la reflexión.

 

Modelación: permite mostrarse y verse a través de los ojos de los estudiantes para visibilizar el pensamiento imitable y aprender, así como para revelar valores, intereses y autenticidad.

 

Oportunidades: son los vehículos para el aprendizaje. En las culturas fuertes, estas fomentan la reflexión, el crecimiento y la creatividad del grupo y de los individuos.

 

Rutinas: son los patrones de comportamiento de los individuos y grupos que guían gran parte de las actividades del aula. Las “rutinas de pensamiento” proveen el andamiaje necesario para el aprendizaje y la reflexión.

 

Interacciones: las interacciones entre los miembros del grupo ayudan a definir el clima emocional de un lugar. En una cultura de pensamiento, las interacciones son respetuosas; además, valoran el pensamiento, las competencias previstas y las contribuciones efectivas dentro del grupo.

 

Ambientes: el entorno físico dictará cómo van a interactuar las personas, sus comportamientos y su rendimiento. El espacio físico puede inhibir o inspirar el trabajo del grupo y del individuo, y ciertamente puede diseñarse para facilitar y promover una cultura de pensamiento.

SOBRE NOSOTROS

El Instituto San Pablo es una institución que cuenta con una propuesta sólida e innovadora que promueve la formación integral de los alumnos y su integración en la vida social.

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